domingo, 27 de septiembre de 2015

LEYENDAS DE LA SELVA

                     LA LEYENDA DEL CHULLACHAQUI : El duende de la selva

La selva peruana con su exuberante vegetación, encierra un sin número de misterios y peligros en la profundidad de sus bosques. Para los habitantes de este inmenso manto de verdor no hay secretos ocultos. En este mundo además de gran variedad de animales salvajes, existen también mitos y leyendas de seres mitológicos y fatídicos como el Chullachaqui, llamado también el espíritu de los pies deformes, llamado así porque se dice que tiene una pierna normal y la otra de cabra. Según los habitantes de la selva, esta extraña criatura siempre adopta la figura o la forma de una persona amiga conocida del pueblo, para engañar a la que va a ser su víctima y hacerle perder en la espesura de la enmarañada selva. Muchos pobladores aseguran que en muchas oportunidades han visto las huellas o pisadas desiguales impresos en el barro, mientras otros dicen que es un demonio que cuida la selva para que no penetren en ella. La única forma para descubrir la identidad verdadera de Chullachaqui es mirar a sus pies deformes. Consecuentemente, él tratará de esconderlos para que no vean que tiene uno de cabra. Al ser descubierto, el duende escapará a la selva. Cuenta la leyenda que en un poblado enclavado en lo profundo de la selva, en horas de la tarde un vecino del lugar decidió ir al campo para ayudar a su padre quien se encontraba realizando la cosecha. Al estar en camino, improvisadamente se le presentó una persona igual a su padre y sin dejarlo avanzar le dijo; "He venido a esperarte, vamos sígueme". El hijo un poco sorprendido obedeció sin decir una sola palabra siguió caminando junto con su inesperado acompañante por un camino bastante ancho pero a medida que iban avanzando el camino se hacía cada vez más angosto. En ese trayecto sorpresivamente se detuvo y le dijo: "hasta aquí te he acompañado, tú te quedas y yo me voy”, y desapareció del lugar, riendo burlonamente. Recién entonces se dio cuenta que se encontraba perdido en un enorme bosque y por más que busco el camino para regresar a su casa no lo encontró. Desesperado ando por el monte llamando con voz en cuello a alguien que pudiera encontrarse cerca para que lo saque del lugar pero nadie respondió. Al darse cuenta sus familiares que no regresaba a casa, salieron en su busca y lo encontraron luego de cuatro días de intenso trajín. Al verlo se dieron con la sorpresa de que el hijo había perdido la razón. Una vez en su casa trataron de curarlo pero en vista de que no recobraba el conocimiento decidieron llevarlo a un curandero para que lo cure del mal que lo quejaba. Si que tuvo suerte, ya que se dice que generalmente quien es engañado por este espantoso duende no volverá a casa jamás. Mejor lo dejamos ahí ¿vale?


La Batalla Final (a la memoria de un amigo)l

La Batalla Final (a la memoria de un amigo)
El día estaba tranquilo, el sol brillaba con fuerza, el rio no dejaba de moverse arrastrando entre sus aguas todo lo que al parecer le estorbaba las aves de la mañana revoloteaban haciendo ruido dando la impresión de estar frente a un gran concierto cuyo teatro era ese gran espacio donde reinaba la madre naturaleza, en una choza construida con materiales del lugar en medio de esa maravilla natural vivía don Germán, un viejo curandero lejos de la ciudad a orillas del rio Madre de Dios, a sus 70 años de los cuales ya había vivido casi 20 solo desde que su esposa se había marchado a mejor vida nunca quiso don Germán abandonar su chacra sus aves de corral y sus dos perros fieles, eran su única compañía, con machete en mano se dirigió a su centro de trabajo que no era otra cosa que sus cultivos de plátano y yuca al llegar a su chacra se detuvo un instante para planificar su trabajo fumo un poco mas de tabaco miro al cielo para pensar que no llovería para luego comenzar la gran jornada laboral, no sería nada diferente a todos los días, solo que esta vez el destino de don Germán estaría marcado por la fatalidad mientras macheteaba escucho un ruido inmenso detrás de él...  volteo como por inercia y se encontró con dos conocidos brujos que habían venido a atacarle soltó el machete para defenderse con las armas de la macumba pero no tuvo tiempo los disparos malévolos de los hechiceros del mal lo hicieron rodar por el suelo... valiente el anciano intento ponerse en pie y el ataque brujal que salían de las manos de sus enemigos lo devolvieron al suelo no le dejaban respirar... la vida se le iba y sus defensas de hechicero no le respondían sus brazos se paralizaron su boca se seco su mirada se perdió en el infinito, el final había llegado... uno y otra vez los malvados lo atacaban a matar, es que don Germán se había ganado prestigio en el pueblo con sus curaciones y solo recibía a cambio la voluntad de la gente, eso alimentó la envidia de quienes no tenían la misma aceptación entre la población y tal vez por eso es que se estaba cumpliendo la venganza que llegaría quizás en este día a la muerte del viejo curandero.

De pronto cuando los malvados estaban a punto de ponerle fin a la vida de don Germán dos mujeres cayeron del cielo y se enfrentaron a los malvados una de ellas cubrió con su cuerpo a don Germán mientras la otra con la cruz de Cristo en una mano y en la otra la imagen de María su madre hacia retroceder a los hechiceros el cruce de disparos brújales hacían paralizar a la naturaleza, los malvados flotaban en el aire la bruja con la cruz en mano se movía de un lugar a otro para no recibir la maldad de los otros mientras su compañera cubría con su cuerpo al viejo Germán que parecía que ya no respiraba, la batalla era espectacular solo aquellos que pedimos ver eso podríamos dar fe de lo espectacular que son estas luchas brújales, durase un buen tiempo esa lucha entre hombres y mujeres, el bien y el mal se encontraban luchando por la vida de un hombre cuando parecía que no terminaría nunca esa batalla una diminuta figura y con vestimenta de harapos apareció en escena era un viejo brujo que pertenecía tanto al bien como al mal de la brujería pero que vivía independiente de cada uno, y ataco con energía poderosa a los malvados empujándoles hacia la orilla del rio no podían los malvados defenderse,  el poderío era total juntas en las dos mujeres para expulsar a los malvado quienes al verse acorralado huyeron por entre los arboles del monte alto volvieron los tres junto a don Germán y se percataron que el viejo brujo del bien había dejado de respirar se miraron los tres pero ya era tarde no podían hacer nada la vida de don Germán se había terminado dejando desolación entre sus compañeros de brujería que lloraban junto a su cuerpo la mañana se silencio el sol parecía caerse de tristeza los leales perros le lamia la cara sus lagrimas del viejo se secaron en sus mejías ninguno de los tres podía tocarlo ni podían brindarle ayuda el sonido del rio acompañaba la tristeza el canto de las aves sonaban a marcha fúnebre hasta los monos se frotaban los ojos y dejaban de colgarse en las ramas de los arboles como dando la impresión de respeto por la muerte de este hombre que en su vida no había hecho otra cosa que el bien, las dos brujas y el poderoso brujo que expulso a los malvados con tristeza controlada se perdieron en el monte dejando solo el cuerpo de don Germán, es que nada podían hacer por el por qué solo don Germán estaba ahí en cuerpo y alma todos los demás habían luchado espiritualmente, 24 horas después fue hallado el cuerpo de este venerable anciano a quien conocí y puedo dar fe de su bondad……… a la memoria de un gran amigo

Los Diablos del Monte

Don Lobo, un experto montaraz, iba casi a diario cazar Huanganas en un monte lejano y solitario.
 En la búsqueda de los cerdos salvajes, encontró un día, un bosque de wicungos con 
sus frutos ya maduros, frutos que son el alimento predilecto de estos animales salvajes
. Los recogió pacientemente y llenó su bolsa de chambira.

Diablos del Monte
Diablos del Monte
En el suelo, quedaban aún las frescas pisadas de las Huanganas. (Son de una gran manada),
 se dijo a sí mismo don Lobo. Esa información fue suficiente para él y retornó a su casa 
contento de su suerte. Al día siguiente regresó al mismo lugar para levantar una barbacoa,
 una especie de altillo, desde donde dispararía a sus presas.

Como era un experto, no tardó demasiado tiempo en construir la barbacoa. Sacó sus pertrechos
 de caza. Sus cartuchos envueltos en un plástico, su infaltable cigarro siricaypi y su linterna de
 cuatro pilas. Su cuchillo nuevo de cocina brillaba en lo alto.

Después de regar los wicungos debajo del árbol, el montaraz se subió a la barbacoa y templó 
rápidamente su mosquitero viendo que los zancudos aparecían por miles. Y antes de entrar 
a refugiarse de los insectos frotó su cuerpo con unas hierbas hediondas, para que 
los animales no sientan su presencia.

Y mientras esperaba la llegada de la manada de Huanganas, pensó: “Si vienen cien Huanganas
 en la manada, trataría de matar sólo cincuenta", se decía emocionado, pero los cerdos no llegaban
, y seguía hablándose a sí mismo: “con cincuenta tengo para sacar quinientos soles, si es que me
 pagan a diez cada una. Más las pieles, que los venda a tres soles nomás, son ciento cincuenta
, sumando obtendría seiscientos cincuenta, hasta les podría hacer una rebajita..."

Sacando sus cuentas, el montaraz, ocupaba su mente en la soledad del monte.
 Pero, los animales no aparecían y la noche avanzaba, felizmente para
 Don Lobo la luna alumbraba el bosque con su luz amarilla y en los claros era
 fácil distinguir a cualquier animal.

De pronto, comenzó a percibir el griterío de los animales. “¡Ya vienen!", se alegró el montaraz.

Inmediatamente preparó su arma. Cargó su linterna con las pilas nuevas que había comprado
 en la bodega, y por una rendija del mosquitero, con el cañón del arma hacia afuera, espiaba
 atento cualquier movimiento.

Repentinamente los gritos se alejaron, al parecer, las Huanganas habían elegido 
otro wicungal ese día.

Al poco rato, le sobrevino un sueño al cazador, y para no dormirse encendió su cigarro.
 Y ocupó su mente otra vez para no caer en los brazos de Morfeo. “Con la plata de la venta,
 me compraré dos pashnas preñadas. Que nazcan, pues, seis de cada parto, tendría doce
, más las dos madres, tendría catorce. Cuando crezcan y se empreñen, nacerán..."

A las doce de la noche, cuando cabeceaba de cansancio, unos gritos extraños le despertaron. 
Él sabía que las voces no eran de las Huanganas, ni de los Sajinos, era ya muy tarde para que 
sean ellos, por eso prestó mayor atención. Después de unos minutos vio, que por el camino de 
los cerdos, se acercaban hacia él varios hombres, humanos como nosotros, vestidos de negro
 y con el rostro cubierto hasta la nariz por un trapo rojo.

Se sentaron debajo del altillo. Prendieron sus lámparas y sobre una mesa improvisada 
comenzaron a jugar a las cartas. Apostaban bastante dinero. Jugaban con monedas
 que brillaban como si fueran de oro.

Don Lobo, un hombre que no le tenía miedo al monte, ahora sí que empezaba a asustarse
. Pero, lo que le daba valor era que los extraños no se habían dado cuenta de su presencia.

Terminado el juego se entretuvo escuchando durante horas algunas historias de cómo esos 
hombres se habían perdido en la inhóspita selva. Contaban, con lujo de detalles, lo que les 
había pasado. Uno de ellos contó que encontró en su camino a un hombre que le hizo perder
 en el bosque con mentiras de encontrar mejor caza en la falda de un cerro. Otro contó que
 una manada de tigres negros comenzaron a perseguirle día y noche, pero que, aparentemente
 no le querían comer, sino asustar.

El montaraz, que ya estaba a punto de dormirse cuando llegaron los diablos, se despertó 
del todo al oír una historia que le impresionó, dijo el hombre, que regresando de mantear, 
sus perros lo desconocieron y comenzaron a ladrarle como si fuera un extraño. Dijo que
 trató de conquistarles con caricias, pero los canes no permitían que se acerque.

Entonces no tuvo más remedio que hacer uso de su arma y matarlos. Y al rato, después 
de estar muertos, los perros se levantaron, y así heridos le perseguían todo rabiosos, y
 cuando le alcanzaban le desgarraban las piernas a mordiscones: Entonces, para escapar
 de los sanguinarios perros se trepó a un árbol en donde esperó la noche, y se salvó de los
 malditos canes cuando, por arte de magia, desaparecieron al ver que unos hombres
 vestidos de negro llegaban a jugar las cartas.

Don Lobo, ahora sí que estaba aterrorizado, pero, aún pensaba. Al notar que el aguardiente se
 les había terminado a los shapshicos, lanzó un chorro de orina haciendo caer sobre la mesa de
 juego.
¡Vino del cielo!....... ¡Vino del cielo! - gritaban alegres los diablos.

Y agarrando sus vasos trataban de embocar en el cañito. Los hombres de negro se disputaban
 el líquido que luego tomaban saboreándolo y como estaban borrachos ya no distinguían los sabores.

Al llegar la madrugada, los diablos se despidieron citándose para la próxima semana. Don Lobo
, aún desconfiado, se bajó de la barbacoa con la esperanza de que a alguien se le hubiere caído, 
por lo menos una monedita. Su sorpresa fue muy grande, debajo del árbol no había quedado 
ninguna huella de gente extraña.

Entonces el montaraz regresó a su casa preocupado. Y antes que llegara a sus linderos sus
 perros comenzaron a ladrarle y a morderle las piernas como si no le conocieran. Entonces 
Don Lobo no tuvo más remedio que matarlos y regresarse al monte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario